Lo peor es que no sé dónde está el inicio del problema (si en cuerpo, mente o alma), lo que sé es que el dolor se esparce y no lo puedo controlar.
Es feo cuando el hígado molesta, la depresión ataca y uno está desmoralizado. De esa manera no hay asidero.
Me siento como Sísifo, el tipo que levantaba una roca hasta la cima, solamente para inmediatamente después verla caer y tener que comenzar de nuevo. Así está mi ánimo.
Por suerte, hay amigos. Más info cuando junte fuerzas.
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