Esa noche, por primera vez en mucho tiempo, Mario le pidió
compañía a su madre.
Para ella su hijo de seis años era el centro del universo,
pero aquel día estaba organizando los detalles de la cena navideña. Por eso delegó
la tarea en el padre del niño, José.
Los últimos meses Mario prefería la compañía de José antes
que la de Helena. Ya había pasado la etapa edípica, y tomaba a su padre como
héroe personal. Y su héroe lo era también para muchos otros. Cuando iban al
pueblo de los abuelos todos se comportaban con José como si fuera alguien muy importante.
Muchos le hacían voces para llamar su atención y saludarlo, y otros se cruzaban
la calle para estrecharle efusivamente las manos.
Mario admiraba a su padre. Pero esa noche prefería evitarlo.
Lo afectaba la culpa por lo sucedido por la tarde. Cuando él llegó a la pieza
Mario recién se estaba acostando. De lo contrario, habría tratado de disimular
estar dormido, para evitarse el reto de José. Éste acercó la silla a la cama,
se sentó con un libro entre las manos, y miró a su hijo.
—Esta noche fue tu mamá quien me pidió que venga, en lugar
de pedírmelo vos.
En el tono había amabilidad, no reproche. Pero Mario no
podía olvidar la mirada de indignación recibida esa tarde. Indignación y
decepción.
—¿Querés que te lea algún cuento en especial, Mario?
—Eh, papá, quería saber si papá noel me va a traer regalos
aunque me haya portado mal.
—Hijo, lo de hoy lo manejaste muy bien, tuviste el valor de
contarme y además lo terminaste de arreglar vos solito.- depositó con cariño la
mano en la rubia cabellera de su hijo, y lo despeinó un poco. Por otro
lado, ya tenés siete años, creo que es buen momento para contarte algo.
—Es otra historia de héroes, papá?
—Ésta es sobre la navidad. ¿Viste que en la misa el sacerdote
dice "Hagan esto en conmemoración mía"?
—Vos me explicaste lo que significaba, ya me acuerdo.
Significa repetir eso que hizo Jesús para recordarlo, por eso el cura lo hace.
—El
sacerdote, hijo. Es eso mismo. Bueno, te voy a contar una historia de otro gesto
que nosotros repetimos. Hace mucho tiempo, en una aldea de las montañas, en un
lugar donde hace mucho frío, vivía un viejito que era carpintero, llamado
Lionel. Era viudo, su esposa había muerto hacía poco, y el señor no tenía
hijos. Era cerca de fin de año, y este hombre iba a pasar solo la cena de
nochebuena. En un principio estaba muy triste, pero se puso a pensar que así
como el Niño Dios nacía para sacrificarse por los hombres (por todos nosotros),
él también quería tener un gesto para sus semejantes. Y pensando en el niño
dios es que se le ocurrió hacer muchos juguetes, regalarle uno a cada niño de
su aldea. Tampoco eran muchos, era una aldea pequeña. Y repitió su gesto todos
los años hasta su muerte. En el entierro del anciano estuvieron presentes todos
los niños del pueblo. Fue entonces que una nenita pequeña se acercó a la tumba,
arrojó una flor invernal sobre su ataúd, y le dijo, te voy a extrañar, papá Noel.
Y al año
siguiente, para la fecha de la natividad de nuestro señor Jesucristo, en esa
aldea los pobladores empezaron a darse regalos entre ellos, como gesto de buena
voluntad. Lo comenzaron a hacer en honor al viejo Lionel, repitiéndolo todos
los años. Unos viajeros que pasaban por ahí les copiaron el gesto, y fue así que
poco a poco todos, para estas fechas, tenemos la costumbre de darnos regalos,
como lo hizo una vez un señor anciano sin hijos, ése al que todos llamamos papá
Noel, que es el nombre que le quedó.
El niño ya tenía los ojos cerrados y la respiración pausada.
Su padre no pudo contenerse y depositó un suave beso sobre su frente.
—Papá
—¿Sí, hijo?
—¿Voy a recibir regalos igual?
—Sí hijo, no te preocupes. Hasta mañana.
Hola Lionel, como estás?
ResponderBorrarAww este niño quería juguetes,se me hizo muy tierno. Me gustó tu cuento.
Felices fiestas!
Qué relato más tierno! ^^ Me hizo mucha gracia la pregunta del pequeño al final... Los niños no saben ocultar lo que realmente les interesa jaja
ResponderBorrar¡Un saludo! ^-^
Es hermoso!!!!! una gran historia y el final fue de lujo... felicidades.
ResponderBorrarPreciosa historia, me encantó!!
ResponderBorrarFELICIDADES!!
está claro que los niños... son niños XD
ResponderBorrarMuy chulo!
Sí, estoy de acuerdo, es un cuento muy tierno y es divertido el choque entre lo que el papá quiere transmitir y lo que espera el chico.
ResponderBorrarSe me ha hecho sumamente tierna la historia, me ha gustado mucho y está bien narrada. Saludos!!!
ResponderBorrarBueno Lionel, parece que yo también tuve de protagonista de mi cuento a un niño.
ResponderBorrarMe gusta tu sensibilidad,pues todos los niños del mundo merecen tener un padre que les dedique su tiempo y les de su amor.
Un abrazo de esta lejana (desde México) y vieja mujer: Doña Ku
pura ternura, hermosa imagen que nos regalaste la del padre y su hijo juntos en un momento tan especial
ResponderBorrarun abrazo
Eh, niño, estás perdiendo la perspectiva...
ResponderBorrarMuy tierna la historia.
¡Hola, hola! Disculpa que no había podido pasarme, pero finalmente estoy por aquí.
ResponderBorrarLa verdad es que concuerdo con Santiago, y qué puedo decirte si me encanta que los padres les cuenten a sus hijos maravillosas historias como lo hizo José, debe ser porque a mi de pequeña sólo mi abuelo me las contaba, las añoro intensamente.
Gracias por compartir tu escrito.