La cuestión es que teníamos fecha para el 24 de julio, pero la verdad que no pasaba nada, aunque constantemente notábamos que el pobre pibe ya no se aguantaba más dentro de la panza de Mariela.
Pero aunque la semana anterior Facu había dado muestras de querer pirárselas del líquido amniótico, la semana crucial estaba por demás de tranquilo, tanto que pensábamos que en lugar de nacer el sábado iba a estirar hasta el lunes siguiente al menos, y ahí lo íbamos a tener que sacar a las patadas.
Pero pasó que el médico controló a Mariela el martes y dijo que la cosa iba queriendo, y la citó para el otro día a las 7.00 en la clínica.
Al día siguiente, cuando Mariela volvió de la clínica, me dijo que ya tenía dilatación, que el médico le indicó que si tenía unas N contracciones cada X tiempo, ya se fuera a internar, Mariela empezó a tener contracciones a razón de una cada cuatro minutos, por lo que nos pareció que estábamos listos.
A las 9.00 salimos de casa, digamos que a eso de las 10.00 le dan el suero para acelerar el trámite, a las 11.00 empiezan las contracciones serias, a las 12.01 tiene el lugar el suceso según la partida de nacimiento (Mariela no llegó a pujar ni media vez), y para poco después de las 13.00 ya estábamos de vuelta en la habitación:
"De lujo, más que de lujo" dijo el médico.
Ya consigné la hora del nacimiento, paso otros datos:
Peso: 3500 gramos (tres kilos y medio).
Altura: 50 centímetros.
Grupo y factor: O positivo.
Dedos: veinte.
Uñas: muy largas.
A eso de las 21.00 del mismo día ya estaban madre e hijo de alta.
La atención en la clínica fue muy buena, nos trataron bien y nos dieron muchos regalos (hasta Julia recibió).
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